La Plataforma
MANIFIESTO DE LA PLATAFORMA
SÍ A LAS FUENTES DEL CEGA
La Plataforma SÍ A LAS FUENTES DEL CEGA agrupa a todos los ciudadanos vinculados a los municipios de Aguilafuente, Aldea Real, Fuentepelayo, Lastras de Cuéllar, Pinarnegrillo y Zarzuela del Pinar, junto con todas las personas amantes del río Cega y de esta comarca de Tierra de Pinares, del medio ambiente y el mundo rural. Creemos firmemente que los ciudadanos debemos involucrarnos en los proyectos que pueden cambiar nuestros pueblos, teniendo como responsabilidad principal la de velar por unos intereses presentes y futuros propios. Esta responsabilidad debe ser plena cuando lo que nos concierne es el agua y nuestro medio ambiente. Tenemos la enorme fortuna de tener una riqueza natural extraordinaria en nuestra comarca, riqueza proporcionada en gran medida por el río Cega y los manantiales de Las Fuentes, que lo nutren de un remanente vital de agua, un agua de gran calidad al que los habitantes de ésta zona no debemos ni podemos renunciar. Nos preocupa el proyecto de construcción del Embalse de Lastras de Cuéllar y Aguilafuente. En el contexto actual marcado por unas tasas preocupantes de despoblación en el medio rural y de cambio climático, y atendiendo a las recomendaciones de la propia Agencia Europea de Medio Ambiente sobre las presiones sobre el agua en este contexto de cambio climático en su informe “Hacia un uso eficiente de los recursos hídricos”, en el que alerta sobre los efectos devastadores en los sistemas naturales la sobreexplotación de los recursos. No entendemos que la única política que los Ministerios de Transición Ecológica, de Agricultura y de la Junta de Castilla y León en la zona noroccidental de la provincia sea potenciar el regadío de la comarca del Carracillo, dejando de lado otras zonas como la nuestra, que con este proyecto consideramos que sale tremendamente perjudicada. Quizás con la simple modernización de los sistemas de riego, se mejoraría notablemente su eficiencia, y no sería necesario abordar la ejecución de este proyecto tanta enorme envergadura y unos impactos ambientales y económicos (de dinero público) tan brutales. Otra alternativa que debiera considerarse es incentivo de la agricultura ecológica, ya que ésta necesita menos superficie de cultivo, aportando mucha más calidad del alimento a la par que reduce la contaminación de los acuíferos, suelo, aguas superficiales y cambio climático, entre otros aspectos. Entendemos que es lícito que cada uno luche por sus intereses y creemos que en estos momentos los esfuerzos de inversión y políticas rurales deberían centrarse en las zonas más deprimidas de la provincia, pero en ningún caso podemos comprender que estas políticas exclusivamente agrícolas se lleven a cabo con el sacrificio de los recursos renovables de otras comarcas, en éste caso la nuestra. Recursos que han sido fuente de riqueza en otras épocas recientes, y probablemente tengan de nuevo su importancia económica en estos pueblos. Nosotros también queremos una oportunidad para nuestros pueblos, pueblos no tan favorecidos por las infraestructuras viarias, como la autovía de Pinares, pero con multitud de posibilidades para poder seguir manteniéndolos con vida. Nuestros antepasados, menos formados, pero quizás más sabios, supieron convivir con el río y con el monte, explotando los recursos que ambos brindan y a la vez mimando la nuestra naturaleza como algo que formaba parte de su identidad, ya que comprendían y deseaban que ésta, en toda su esencia, siguiese formando parte de sus futuras generaciones. Somos responsables, y debe ser nuestra obligación, mantener y conservar nuestro patrimonio cultural y natural, y esto nos obliga a exigir a todas la Administraciones Públicas y representantes políticos la máxima responsabilidad en el ejercicio de sus competencias. El desarrollo rural de las comarcas más deprimidas de nuestra provincia requiere de grandes esfuerzos para dotar a estas localidades de estándares de servicios, calidad de vida y oportunidades suficientes para evitar la despoblación y su desaparición. Por ello, y respetando la defensa de los intereses de cada zona, no se puede entender que la única respuesta a la difícil situación por la que se atraviesa sean enormes inversiones exclusivamente agrícolas en determinadas zonas, como el Carracillo, sacrificando para ello los únicos recursos existente otras, máxima cuando estos son renovables y correctamente gestionados durante más de un siglo.